
La carne de caracol aporta prácticamente la totalidad de aminoácidos necesarios en la alimentación humana.
Además son bajos en calorías, con poca grasa y un alto nivel de proteínas.
No obstante, una mala limpieza, una mala condimentación al cocinarlos o los caracoles silvestres (por su dieta variada de plantas y hongos) pueden provocar malos sabores e incluso indigestión. Por ello son recomendables los caracoles criados en cautividad, consiguiendo así mejores ejemplares, más grandes y de mejor sabor
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